Lo cierto es que nunca se fueron. Los clásicos siempre estuvieron ahí. Por eso se les llama clásicos y por eso perduran en el tiempo. Fueron, son y serán textos de éxito por su gran riqueza literaria. A temporales por tanto. Ideales para conversar sobre temas de ayer y de hoy.
Las tertulias literarias dialógicas, en cuanto a metodología para el tratamiento de libros y cuentos de la literatura clásica, suponen una metodología de éxito constatada, para la interpretación interactiva de este tipo de textos.
Las tertulias literarias dialógicas fueron seleccionadas como una de las actuaciones de éxito en el proyecto Integrado europeo INCLuD-ED (2006-2011). Los más de 20 estudios llevados a cabo en 6 países europeos, dieron como resultado, que fuese elegida como una de las mejores herramientas para la disminución del fracaso escolar.
Las tertulias literarias dialógicas es una actividad educativa y cultural que se inició en los años 80 y que actualmente se está llevando a cabo en diferentes contextos culturales y educativos (Flecha, Soler y Valls, 2008), con el objetivo de difundir esta actuación en todos los lugares que fuera posible, puesto que los beneficios tanto de aprendizaje, como sociales y culturales son extraordinarios.
Algo que se inició hace más de diez años, hoy es una realidad que está creando un impacto en la capacidad crítica y lingüística en colectivos de diferentes edades y contextos sociales. Países como Brasil, España, Chile y Australia, las llevan a término en diferentes marcos institucionales (escuelas, asociaciones, bibliotecas), con participantes de diferentes edades (adultos, niños, adolescentes), provenientes de diferentes clases sociales.
Una de las principales características de estas personas, es que pertenecen a contextos con un bajo nivel socioeconómico, cuyo nivel de estudios es básico o incluso, hasta edades vanazadas, analfabetos. Según el análisis teórico de Bourdieu (2000) sería inimaginable pensar que estas personas pudieran quedar una vez por semana para discutir obras clásicas de autores como Joyce, Tolstoi o Cervantes.
En la práctica. La tertulia dialógica como herramienta de comunicación
La esencia de la tertulia es comentar el texto a partir de párrafos elegidos por los participantes y establecer el diálogo a partir de ellos, respetando el turno de palabra y escuchando cada una de las intervenciones.
Al empezar la tertulia, el/la moderador/a pregunta quién ha traído un párrafo para comentar. Los participantes que han seleccionado algún párrafo levantan la mano, y el moderador da paso a la primera persona para que lea el párrafo.
Ejemplo de una tertulia extraído de la revista Signos (Pulido, C. y Zepa, B.; 2010/43):
Antonia que es de niveles iniciales, se atreve a leer en voz alta, aunque le cueste, y sus compañeros y compañeras le escuchan con atención. A Antonia ese clima de respeto le anima a superar su vergüenza y después de participar en varias tertulias su nivel de lectura y expresión oral ha mejorado sustancialmente.
Una vez que Antonia lee el párrafo donde Gregorio intenta hacer comprender que está indispuesto y no puede salir de su habitación, y la reacción de sus familiares; Antonia argumenta porqué ha escogido este párrafo:
«He escogido este párrafo porque me ha hecho pensar en cómo a veces las personas pensamos lo que le pasa a la otra persona sin saberlo, sin escuchar o preguntar… empezamos a suponer sin parar a saber qué pasa realmente».
Mientras Antonia habla y expone su comentario, las demás personas participantes la escuchan atentamente. Una vez que Antonia ha acabado, la moderadora pregunta al grupo: «¿Quién quiere hacer una aportación sobre este párrafo?»
Las personas que quieren intervenir levantan la mano. Seguidamente va dando el turno por orden. Así es cómo surgen contribuciones diversas sobre el mismo párrafo. Unos comentan sobre la incomprensión de la familia ante Gregorio, otras personas enfatizan en cómo el protagonista ha llegado hacia esa situación. Cada aportación va mostrando un matiz diferente y a la vez enriquecedor. Una vez acabado este turno, se da paso a la siguiente persona que había traído un párrafo y se vuelve a realizar la misma operación.
Los participantes no buscan consenso sobre una interpretación única del texto. Sin embargo, sí se trabaja sobre el respeto a las ideas de los demás, la escucha activa, que nadie se convierta en el centro de atención, o por el contrario, animar a los que no participan tanto.
También el lenguaje gestual o corporal es muy importante. Grabar en vídeo una tertulia permite ver como se miran entre sí los tertulianos cuando se produce una intervención, la posición corporal, etc. Todo ello son indicios de escucha y atención, de respeto e interés.
El poder del diálogo
La grandeza de esta metodología radica en que los diálogos se producen sin que los participantes se sientas coaccionados. Con la libertad de expresar libremente su visión del tema. El aprendizaje que se produce es quizá el más significativo: aquel que se da entre los iguales.
La interpretación colectiva es la que profundiza en el texto. No es el docente o el experto el que prevalece en sus ideas. Es muy complicado que una persona sola sea capaz de realizar una reflexión como la que pueden llevar a término todo el grupo de participantes en una tertulia, al interpretarlo conjuntamente.
Los actos comunicativos en una tertulia dialógica, favorecen la implicación en debates públicos, y por supuesto, en sus relaciones personales diarias. Los mejores actos comunicativos se producen en aquellos actos en los que el diálogo, con una interpretación interactiva, predomina por encima de las interacciones de poder. Quizá por ello estemos hablando del más puro espacio democrático de dialogo. Y quizá por ello se trate de una de las iniciativas de éxito para evitar el fracaso escolar, mostrando un verdadero valor para la transformación de la sociedad.
Esta práctica sustituye las interacciones de poder que se dan en entornos académicos tradicionales, por interacciones dialógicas. Y con ello, se consigue una comunicación más libre y profunda entre los sujetos.
