Para esta semana del 5 al 9 de febrero

Esta semana reflexionaremos a través de los Salmos, de Lecturas breves de la Biblia y canciones para ayudarnos a profundizar.

Para el viernes, tenemos el Evangelio correspondiente al domingo 11 de febrero.

Aquí está también, el enlace directo a la Oración de los Colegios Diocesanos.

CD – Oracion General_INF

Lunes 5 de febrero

https://www.youtube.com/watch?v=QTEHqjliZPM

Lucas 9, 23-26

En aquel tiempo, Jesús le dijo a la multitud: «Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?

Por otra parte, si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga revestido de su gloria y de la del Padre y de la gloria de los santos ángeles».

Martes 6 de febrero

 

Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.

Y les dijo: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos».

Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Miércoles 7 de febrero

Mi Dios es mi refugio

Jueves 7 de febrero

Unai Quirós

Viernes 9 de febrero

Evangelio

Evangelio según san Marcos (1,40-45), del domingo, 11 de febrero de 2018

 

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (1,40-45):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor

 

 

 

 

 

 

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