Otro año más el aroma de panadería ha invadido nuestras aulas. Bien temprano, la panadería Sofía nos ha servido el pedido que tanto esperábamos. Coca de harina, de tomate, coca dulce, palillos… Un pequeño gesto que será sin duda una gran ayuda para los proyectos humanitarios a los que se destina el dinero recaudado.
Sin embargo, para los alumnos este día no tendría ningún sentido si no fuera porque en lo más profundo de su corazón son conscientes de la realidad que viven otros países y de lo sencillo que es colaborar y poner su granito de arena. Y de eso se han encargado los misioneros y misioneras que han compartido con nosotros un pedazo de su tiempo.
Gracias a vosotros, Virgilio y Raquel, y a vuestros hijos, Juan Pablo, Pedro y Sara; y también a Agustín, Lourdes, Blanca y Silvia por haber compartido vuestra experiencia con nosotros, desde los alumnos más pequeños a los más grandes, por habernos enseñado a valorar más todo lo que aquí tenemos, por recordarnos lo importante que es ayudar a los demás y ofrecer lo mejor de nosotros mismos.
Gracias a la panadería Sofía, a los alumnos, familias y profesores, por hacer posible este entrañable día.
Y es que, el trozo de coca, los palillos, sin duda, hoy son… ¡UN BOCADO QUE SABE A GLORIA!
