Contes reinventats: La Caperucita «Pija»

O sea, había una caperucita, pero no como todas. Ella era «pija», siempre vestía siempre de marca y todo rosa. Un día, después de acabar en el colegio, vio en un espejo, que se había esparcido todo su pintalabios rosa. Entonces fue a su casa con un taxi, se le había acabado, pero por suerte tenía otro de repuesto.

– O sea mamuchi. ¿Dónde está mi pintalabios rosa?

Y dijo su madre: – La última vez que lo usaste  lo guardó el mayordomo.

Entonces Caperucita fue con un taxi a casa del mayordomo Pablo (ella le llamaba Pablito). Pero a mitad de camino, encontraron un tráfico intenso porque estaban de obras en el bulevar. Caperucita, al ver que estaban parados, se bajó del coche y con un megáfono rosa dijo:  – ¡Ay que tengo prisita! ¡Dejad pasar a la reina! ¡Dejadme pasar! O sea, ¿yo qué os he hecho?

Y un conductor le respondió: – ¡Eh, que todos estamos esperando! ¡No eres la única!

Y Caperucita respondió: – ¡Ay, o sea, que malos sois! Tendré que ir andando, con mi manicura recién hecha.

Ya en el centro comercial, que estaba al lado de la casa de su mayordomo, se encontró a su novio Marcos. Éste le dijo: – Caritiñin, ¿quieres dar una vuelta por el centro comercial?

Caperucita le respondió: – Ji, ji, ji pues claro que sí cariñín. ¡Oh, no! que tengo que ir a por mi pintalabios rosa.

A tres manzanas de la casa encontraron a un chihuahua sin dueño que se puso a ladrar. Entonces Marcos se fue corriendo y Caperucita se quedó sola con el chihuahua. Vio una casa abierta y como le daba mucho miedo el chihuahua, entró. Pero lo que no sabía ella era que  la casa estaba encantada. En le primer piso estaba la puerta abierta, entró y vio una sombra. Caperucita se asustó pero de esa sombra salió un brujita muy simpática.

La brujita le dijo que podía concederle tres deseos. Caperucita se lo pensó detenidamente y dijo:

– Lo primero, o sea, quiero mi pintalabios.

– Lo segundo, o sea, que no existan los chihuahuas.

– Y lo tercero y último, o sea, ser «la más guapa del mundo mundial»

Pero la brujita, tan simpática, era «requetemala», e hizo todo lo contrario. Con un maleficio hizo desaparecer todos los pintalabios rosa y Caperucita aprendió a vivir sin ellos. Con otro, hizo que hubiera chihuahuas hasta en la sopa y en el sofá de la salita de estar. Y por supuesto no la convirtió en «la más guapa del mundo mundial».

Caperucita, aprendió la lección, dejó de ser tan presumida y desde entonces fue más feliz.

Texto de : Beatriz Gisbert y Eva Valor. (Nivel5º)

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